La anosmia y el sentido del olfato

La primera vez que escuché esa palabra fue cuando era estudiante de sommelier, en la primera clase de cata, cuando nos explicaban que todos podemos percibir olores, salvo aquellas personas que presentan este trastorno, la anosmia. 
La anomia, es sencillamente, la pérdida del sentido del olfato, que puede ser de manera parcial o total y también puede ser temporal o permanente.  Este trastorno es actualmente uno de los que caracteriza al Covid-19, ya que la persona pierde, de manera momentánea, la capacidad de sentir los olores.
Uno de los sentidos que menos reconocemos como de importancia es el sentido del olfato, sin embargo, este sentido, cuyos receptores se encuentran en la nariz, nos conecta al mundo exterior permitiendo que identifiquemos tanto estímulos agradables (perfumes de las flores, de nuestros seres queridos) como de peligro (sustancias tóxicas, basura, entre otras). Pero no solo eso, también nos permite conectar con el placer de comer y beber. 
Por la posición erguida del hombre, obtenida gracias a la evolución de las especies, la nariz humana es más pequeña que la de los mamíferos que ostentan de un hocico y por tanto, tiene un rango más pequeño de recepción de estímulos. Sin embargo, por la misma posición erguida, el hombre tiene un camino más corto para que los aromas entren por vía retronasal.
El sabor es un concepto complejo que implica sensaciones táctiles de temperatura, pungencia, consistencia de la comida; sensaciones gustativas de dulce, ácido, salado, amargo y umami y ademas, sensaciones olfativas de los aromas desprendidos por los alimentos gracias a la salivación, a la masticación y el calor corporal, los se trasladan por detrás hacia el bulbo olfatorio. A todas estas sensaciones en conjunto es lo que se denomina sabor.
Parece increíble cómo la información de todos estos receptores llega al cerebro y se procesa velozmente para dar un veredicto: ¿gusta o no?.  Es así como la persona va almacenando la información desde la más tierna infancia y va modificando sus gustos en función de la experiencia.
Es decir que una persona con anosmia pierde una parte importante de la información que llega al cerebro durante el acto de comer. Cuando esto ocurre, como por ejemplo por efectos de un virus, la persona siente que la comida no tiene ningún sabor porque no percibe aromas en ella y solo puede sentir las sensaciones táctiles y las gustativas, lo cual es usualmente desagradable para el individuo porque compara la experiencia actual con experiencias previas.


Apreciemos nuestros sentidos, los cuales nos aportan no solo la información del mundo exterior sino también nos permiten el placer sencillo de la comida y la bebida. Hacer el ejercicio sentir los aromas de la comida y la bebida a conciencia, e incluso los olores en nuestra vida diaria, enriquece la experiencia humana. 
Así que ¡Usemos nuestro sentido del olfato!
¡Salud!


Comentarios

Entradas populares