Un viaje para celebrar dos cumpleaños

A principios del mes de octubre tuve la dicha de embarcarme en una aventura que me llevó a Francia, a la región de Champagne, a celebrar los 50 años de la ASI (Asociación Internacional de Sommeliers). Una oportunidad para celebrar por partida doble, ya que al final del periplo celebré mi cumpleaños en Madrid, con mi familia. 

La región de Champagne está a unos 45 minutos en tren al este de París. Sin embargo, tomé un tren con un enlace para llegar a Reims y sintiéndome más que perdida, llegué al hotel, bajo una fina lluvia que fue intermitente los dos días que estuve allí.  Y claro, hay que decirlo, Champagne se caracteriza particularmente por su frío y su pluviosidad.  Otra característica importante y casi que fundamental es que la región posee un subsuelo calcáreo y se observa a simple vista en algunos cortes de roca, un suelo absolutamente blanco, esta última característica le otorga a los espumantes mineralidad. 


Muestra de los fósiles y componentes del suelo de Champagne

De Reims, la visita a la Catedral de Nuestra Señora de Reims no solo me dejó impactada sino conmovida hasta las lágrimas. En este edificio fueron consagrados 15 reyes de Francia y su ambiente místico y su belleza tanto exterior como interior hicieron de esta rápida visita algo memorable. 


Fachada Catedral de Nuestra Señora de Reims

Detalle de la fachada de la Catedral 

Y luego de allí, quisiera referirme al paso del grupo por Epernay al día siguiente, ciudad que se encuentra a unos 30 Kms de Reims, en donde fuimos recibidos por la casa Nicolas Feuillatte y algunos pequeños productores, lo que nos permitió repasar el proceso de elaboración del champagne y tomar contacto con productores que generación tras generación producen espumante, traspasando su sabiduría a través del tiempo. Fue impresionante para mí escuchar que se trataba de personas cuyas orgullosas familias producen champagne por más de 5 generaciones en mucho de ellos. En esta oportunidad, también el frío y la lluvia fueron nuestra compañía.



En Nicolas Feuillatte

Posteriormente, llegamos a la pequeña abadía en la que vivió el monje benedictino Dom Pierre Pérignon, en Hautvilliers. De esta abadía solo queda la pequeña iglesia ya que el resto fue destruido durante la Revolución Francesa.  Cuenta la historia que con el monje, empezó la tradición de elaboración de vino espumante en la zona.  


Cuando aún no existía la enología, el padre Pérignon estableció normas precisas para el cultivo y elaboración del vino, haciendo que sus espumantes ganaran fama.

Altar de la Iglesia de la Abadía de Hautvilliers

Fue tanta la estima de los abates hacia este estudioso de la vinificación, que la tumba se encuentra delante de esta pequeña iglesia, que por dentro se mantiene como en una cápsula del tiempo, como si se estuviera a punto de escuchar misa.


Sin embargo, estos predios son de propiedad privada y se permiten visitas guiadas en las que se explica el aporte y el tipo de vida de los abates de la época.


Apenas ahora estoy empezando a abrir mi caja de recuerdos de esta experiencia inigualable, por lo que seguiré escribiendo sobre tan ricos e interesantes días


¡Salud!









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