Primitivo o de cómo la región de Puglia es parte de un reencuentro familiar
Por circunstancias de vida, en esta Semana Santa tuve la oportunidad de reunirme con mi prima, a quien no veía desde la adolescencia, ocupadas ambas en construir nuestras respectivas existencias, ella en Mérida y yo en Caracas.
Entre tantas cosas que conversamos, y de verdad que nos debíamos una muy larga conversación, terminamos cayendo en el tema del vino. Y un poquito aquí y otro más allá, ella me hablaba de su padre, inmigrante italiano que vino a Venezuela y formó una familia con una criolla, que era mi tía.
Mi prima me contaba que su padre era de Puglia, provincia ubicada en el talón de la bota italiana, y me decía que su padre cuando era niño lo ponían a pisar las uvas, primer paso para la elaboración del mosto. Hoy día este trabajo, que parece fácil pero no lo es, se hace de manera mecánica con máquinas estrujadoras que se encargan de romper las bayas para liberar el mosto.
En ese momento, yo no logré recordar ninguna particularidad de la región, hasta que retomé los libros, apenada por el fallo de memoria, y vino a mi mente que la zona es el origen de una cepa denominada Primitivo en Italia pero que es conocida como Zinfandel en Estados Unidos (California).
El nombre de la cepa, Primitivo, proviene del hecho de que es de maduración temprana, es decir, es de las primeras cepas en conseguir su madurez fisiológica y por tanto puede ser vendimiada. El rendimiento de la cepa es entre medio y bajo.
Las uvas Primitivo proporcionan vinos afrutados con aromas a cereza, frambuesa y mora. Otra característica de la uva es que puede proporcionar vinos de alta graduación alcohólica, debido a la exposición al sol del mediterráneo.
Al final, la referencia a mi tío, sirvió para recordar los maravillosos vinos italianos y lo entrelazada que puede estar la historia de la vid con la historia de la gente.
¡Salud!
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