¿Un vino solo huele a vino?

Ayer, revisando en Youtube vídeos de catas en los concursos mundiales de sommeliers, vi los comentarios de las personas que así como yo, observaron la presentación de uno de los concursantes y de inmediato, uno de estos comentarios captó mi atención; palabras más o menos alguien escribió: "¿De qué habla este señor? Un vino huele y sabe a vino, no a bananos ni a ciruelas".

Ciertamente, un vino huele y sabe a vino, pero científicamente hay más de 80 descriptores aromáticos para el vino. La cepa y el terreno otorgan una serie de aromas, la elaboración y fermentación del mosto otorgan otros y el envejecimiento otros tantos más, y para identificarlos se utilizan nombres de frutas, flores, hierbas, especies y un largo etcétera. 



Estos compuestos no se incorporan de manera artificial al mosto sino que son derivados del proceso de elaboración del vino desde la recolección de la uva hasta que la botella es destapada.

Los aromas primarios, secundarios y terciarios son lo que ayudan a que personas altamente adiestradas puedan identificar el tipo de vino en una cata a ciegas. De igual manera estos aromas, aún cuando no los percibamos de manera consciente, ayudan a dar personalidad al vino para disfrute del consumidor, es así que mientras más envejecido esté el vino, tiene una mayor complejidad en su gama de aromas, por ejemplo.

Un catador profesional debe tener en la biblioteca de su olfato la mayor cantidad de aromas identificados y guardados, para poder recordarlos al momento de enfrentarse a la copa. Los catadores son personas que necesitan afinar sus sentidos al máximo. 

El vino se disfruta con todos los sentidos, es por ello que mi recomendación es entregarse al placer de ver, oler, gustar el vino sin pudor. Inhalar y sin prejuicios, tanto a copa quieta como a copa movida, buscar los aromas que están allí, esperando por que los encontremos y entender que es una bebida que pide beberse con calma, sorbo a sorbo, ya que evoluciona en la propia copa.  Incluso, como un ejercicio sensorial, oler la copa después del último sorbo: allí encontraremos los aromas más escondidos del vino, aún aquellos que no sentimos a copa llena.

Al final puedo decir que el olor del vino es mucho más complejo de lo que podemos pensar, solo hay que dejar que nuestros sentidos fluyan para que se abran las puertas de este maravilloso mundo sensorial.

¡Salud!
Cepas con algunos de sus descriptores aromáticos




Comentarios

Entradas populares